12 de septiembre de 2010

Sólo a veces.

Con bolsas en vez de ojos.
Si habrá estado bueno che.




Y sólo porque estoy como una boludita saltando de nube en nube. 
Dejo canción de Ana Prada llamada Mientras tanto.
¡Disfruten!

1 de septiembre de 2010

Belleza, cuesta.

El señor Dios, además de hacerme de cabellos rebeldes, me creó con cierta repugnancia hacia todo lo referido: "cosas para el pelo".
Es frustrante estar sentada tranquila mirando el fueguito de la estufa y pensar en diversas cosas que nunca pensás, y sentir una voz conocida atrás tuyo que dice "Valentina, mirá como tenés ese pelo, ¿por qué no te hacés un bañito de crema?"
La tranquilidad se te va.

Empecemos que el "bañito de crema" implica estar dos horas sentada en un sillón leyendo una revista de chusmerío argentino. 
Te andan arriba de la cabeza como exploradores en busca de andá saber qué. Te tiran del pelo, te mojan la nuca, te queman, y vos tenés que estar quietita como gurí cagado.

No tengo grandes experiencias con las peluqueras, pero siempre tratan de decir esa palabra para que vos te largues a contar tu historia que te está estresando mientras hace como que te entiende y larga: "¿qué pensas al respecto?" o "¿cómo te sentís con esto?"
¿Son psicólogos de barrio?

FICHA TÉCNICA:
Suelen tener nombres como: Noelia, Cecilia, Yanina, Sandra, Patricia. 
Están mal emocionalmente y meten a todo hombre en la misma bolsa. 
Tienen hijos chicos.
Pasan chusmeando del que anda con Fulana y del triángulo amoroso que existe con Mengano. 
Tienen las manos suaves y cuando te lavan la cabeza pueden hacerte dormir.
Y si le contás que perdiste la virginidad a los diez años, y que el hijo de puta que te cogió tenía 30, se entera tu madre en la próxima visita al mundo de la belleza.

Pero lo cierto es, que luego de salir de la tortura, quedas hecha una potranca.
Bueno, yo si.