30 de diciembre de 2011

¡!


Dejaré un rato -aunque si vamos al caso, ya lo empecé a hacer desde agosto- el blog, 
pero les traje un regalo de Montt.
Salud.

24 de diciembre de 2011

Felicidad, amigos.

"El amor que te recontra, que te recontra los besos por las dudas, que te recontra la suerte. Te deseo de verdad que te recontra, la felicidad, las caricias y los chistes. Que te recontra la vida con todas las ganas, que te recontra el placer, la llovizna, la poesía y todo. Ojalá que sí... que te recontra."




Que les recontra. 




Que los mimos estén en el aire. Siempre.

20 de diciembre de 2011

Top 5 de cosas irritantes.

1- Minas que atacan al machismo gritando y publicando a viva voz frases del tipo: "Ni sumisa, ni devota. Linda, libre y loca", "la cocina y el delantal pasaron de moda", "al hombre deberían cortarle el pito", "las mujeres dominarán el mundo para que todo sea más justo." Justo. 

2- Comunistas que se compraran veinticinco remeras del Che antes de irse a Cuba. 

3- Invisibles largos. ¿Dónde mierda se han visto invisibles largos? ¿P-a-r-a qué? Es plagio berreta. Es igual de malo que los invisibles que traen brillantina y son de colores. ¡Invisibles, amigo! Son alambrecitos que te los ponés para que no se te vean.

4- Gente que toma a La Loca de Mierda como un Mesías del siglo-paja XXI. No gente. No.

5- Cualquier tipo de adorno navideño. 

16 de diciembre de 2011

Hola, hola.

Me levanto. Voy hasta la cocina y abro la heladera. Piso un cuaderno y lo agarro y lo leo. Sigo estudiando, y abro la boca, y voy hasta mi cuarto. Quiero salir a comprar algo y llueve, y abro de nuevo la boca. Miro el celular. No tengo mensajes, y me aburro. Como estoy aburrida me aburro de vos, y de todas las excusas baratas del mundo. De tu cara. De tu panza, de tu ombligo. De tu pelo mal cortado, y tu perfume. Tus cosas me aburren.
Después de tenerte asco sigo estudiando, y me miro las uñas, y me las quiero cortar y pintar.

Ahora quiero ser una mosca y molestar a la gente.

Muerdo la pulsera y me acuerdo de mi almohada, y la voy a buscar. Me acuesto en el sillón y me levanto y agarro el cuaderno y los apuntes, y de lejos veo el reflejo de la ventana en la televisión.

Y sigo aburrida de vos.

28 de noviembre de 2011

Escroto.

Desperté con pocos recuerdos de anoche. Más bien sentía que mi cabeza era una madeja de hilos que ni siquiera servían para armar algo. Tenía imágenes cóncavas en escenas convexas. Difíciles de remediar, por cierto. El ventilador giraba haciendo ruido y de repente se me daba vuelta el mundo, y caía en un profundo mareo que me costaba varios segundos de inmovilidad. Luego pisaba el suelo con miedo, porque muy pocas veces son las que regreso intacta. Rezaba para que mi celular no sonara con la intensidad de siempre, y aquél despertar no fue ninguna excepción. Rompió con mis tímpanos. Y estalló el mal humor. Le pegué una patada al puf  lleno de ropa y morrales y libros. El movimiento brusco soltó de mi cuello el aroma más suave que he sentido en mi vida; tenía tres besos escondidos en el pelo. Aunque estoy segura que fueron dados en la nuca, mientras yo estaba boca abajo.
Y ahí fue cuando sonreí. Sonreí porque siempre pierdo la memoria, sólo que esta vez volvió en la escena que más me quería guardar. 

25 de noviembre de 2011

Y... la loca anda.

Mi cuerpo quería frío burgués así que salí a tomar un helado artesanal. Nunca los termino, pero esta vez le pedí tres bolas de dulce de leche granizado y me senté en la plaza, bajo una sombrita que encontré de puro pedo. De pronto un hombre bastante bello se sienta a mi lado y me dice algo así como "tenés un perfil muy lindo para sacarle fotos", entonces le devuelvo su halago con una sonrisa que incluye pedazos de chocolates enganchados en los aparatos. Próxima acción, el hombre bastante bello se levanta, y me encaja un "ehh, me tengo que ir, nos vemos".



20 de noviembre de 2011

Me iluminaron.

El ataque existencial de la entrada anterior fue superado. 

Sí, amigos.
Recapacité porque no queda otra que recapacitar. Recapacité porque soy una mina de fierro que intenta superarse todos los días de manera crítica, coherente, saludable. Y por más que el fin no justifica los medios, no me avergüenzo en contarles que intenté encontrar mis respuestas en Pare de Sufrir. 

Yo salía de comprar bizcochos para aquella depresión, y lo vi. Lo vi brillante y pacificador. Lo vi con sus puertas abiertas para cualquier individuo en peligro de confusión. Y yo tenía el alma confundida, entonces entré. 
Pensé que mi caminar sería acompañado de cánticos divinos, pero ahí sólo había un negrito de traje, y un montón de sillas blancas.
Lo saludé cordialmente y no hizo más que apoyar su cabeza en el piso y decir unas cuantas idioteces. Yo le copiaba porque en realidad, tenía un poco de miedo, y me dolían los pies de estar parada. La cosa se puso salada cuando comenzó a llorar. O sea, estaba con dilemas existenciales, pero no podía largar lágrimas porque sí.

El negrito me miró y me dio un paquetito verde que salía unos trescientos dólares. Y ahí fue cuando empecé con el jabón. El jabón quitador de incertidumbres, que además de antibacterial, sana vacíos del alma. Traía un papel con instrucciones que seguí sin ningún cuestionamiento. Por ejemplo, lo tenía que usar dos veces por semana, que no fue problema. Si el baño empezaba a las seis y terminaba seis y media, tenía que cantar un tema de Gilda. En cambio, si el baño era más largo, tenía que entonar "no woman no cry" pero en versión de coro filipino. 

A las semanas volví en busca de otro jabón porque realmente había sentido el cambio. Temía a la verdad absoluta de la vida: ellos sí tienen la respuesta. Pero muy a mi pesar, tragué todo el orgullo y abrí la puerta como si ya fuera de la familia. 
Sorprendí al negrito con el termo bajo el brazo, mirando un cuadro donde el pastor de los viernes estaba con dos brasileras vestidas de carnaval. Asumí que no tendríamos comunicación y que por su parte estaba bien, entonces opté por sentarme a su lado en silencio.
Mientras el loco siga entregándome el jabón antibacterial que regula estupideces existenciales, seguiré abriendo mi corazón para la pureza eterna.

10 de noviembre de 2011

No se rían porque les puede salir un hijo así.

Después de once meses, caí en la cuenta de que ya estamos pisando navidad, año nuevo, playas, y nuevamente estudios. Caí en la cuenta de que el tiempo es relativamente corto, para la cantidad de cosas que se me ocurren hacer. Caí en la cuenta de que bruscamente se me cierra una etapa, y que bruscamente empieza otra. Sin ningún respiro en el medio. Y mientras intento poner cara de póquer, que en mi puta vida me salió, me entro a dar manija sobre lo grande que están mis primos, mis hermanos, mis amigos, y yo.
No es que tenga complejo de vieja apendejada, no. Lo que sí tengo es un nosequé en el cuerpo, que se me formó cuando caí, nuevamente, en el poco tiempo que hay, y lo pisabolas que soy.
Tengo miedo y nervios. Tengo nervios, miedo, y ganas de cagar. Porque el miedo y los nervios juntos, provocan reacciones de mierda. 

Hace días, me miré todo el cuerpo en el espejo del baño. Me miré las piernas, las caderas, la panza, los pechos, la cara, los brazos, y dije para mi misma, "pucha, tenés cuerpo de mujer Valentina. Tenés flotadores, tenés caderas, cola, tetas, ¿cuándo fue qué apareció todo eso? Tenés 18 años y ayer estabas en tercero de liceo." 

Y todavía sigo en la espera de que vuelvan mis amigos del barrio para armar un picadito, o de salir a saltar la cuerda para saber si voy a ser viuda, casada, soltera, o divorciada. 
A veces me pinto los labios y me calzo tacos, y me pongo a cantar. Otras veces salgo de championes, morral, y busco una hamaca en el parque para tocar la copa de algún árbol. Y cuando un domingo amanezco temprano, voy corriendo a tirarme en la cama grande. 
Son esas cosas las que me mantienen a flote, porque todavía no las he perdido.

Es horrible tener tomar decisiones que carecen de tiempo. Nunca se está preparado. Porque cuando más elijo, más pienso y tomo en cuenta las cosas, más grande es el signo de interrogación en mi cabeza.

Y ya lo estoy empezando a odiar.




Me doy tanto asco cuando me pongo así.

8 de noviembre de 2011

Un, dos, tres.

Sentía que algo chiquitito me caminaba por el hombro. Me daba miedo mirar, porque los bichos que caminan por los hombros no son buenos.
De cuerpo inmóvil moví la cabeza despacito y me encontré con un precioso guitarrero que el sol lo hacía brillar.
Dejé que agarrara por la ruta que quisiera, y bajó hasta la mitad de mi pecho. Ahí se detuvo como cinco minutos. Puse el dedo para que se subiera, pero no hubo caso. Dio media vuelta y volvió a escalar mi cuerpo. Volvió a mi hombro. Y se voló.









No sé, me salió del corazón (?) 
Lo escribí hace unos días. 
¡Hola! Volví por un ratito.

25 de octubre de 2011

Acá se pica todo.

Yo sé que el poder de la democracia influye en nosotros como ley madre, que si las masas populares aseguran que algo es así, será así; que si se resuelve algo importante, es porque más de la mitad de una población lo decidió. Pero les voy a contar la verdad, señores. Una verdad que hace horrorizar al gobierno, a los milicos, a los empleados públicos, a los curradores de Remar. Una verdad que todo el mundo quita de su cabeza, por no soportar la idea de admitir que todos, todos vivimos en la insoportable necesidad de comernos los mocos cuando estamos distraídos.

20 de octubre de 2011

Momentos que cualquier persona pasa.

A los 11 años.
Madre: Valentina, bañate.
Valentina: Pero...
Madre: Bañate. ¡Mirá como estás! Todito el día jugando al fútbol.

A los trece años.
Madre: A ver, ¡van dos meses! ¡Dos meses van de clase! ¡Ya tenés 19 faltas! ¿Qué andás haciendo?, ¿te andás drogando vos?

A los catorce años.
Valentina: La verdad que no sé mamá, no sé por qué me decís que soy promiscua.
Madre: Por favor, vergüenza debería darte.

A los quince años. 
Madre: ¿Y esto?, ¿qué es esto?
Valentina: Un cosito...
Madre: ¿Te pensás que no sé lo que es? ¿Por qué mierda tenés una tuca?


Cuando llegás a los diecisiete ya se empiezan a hacer los boludos, y como bobeando comienzan a hablar de sexo, de droga, y se termina ese tabú negativo. 
(Pero las penitencias que te comes anteriormente por ser una pendeja prostituta a voluntad y falopera robabancos, son las peores pesadillas. Y ni hablemos de los almuerzos y cenas que se convierten en un interrogatorio profundo)

11 de octubre de 2011

Agua.

Siempre quise haber nacido con conocimientos innatos del tipo: guitarra (o cualquier instrumento lindo), canto, actuación, o dibujo. Pero no. Nací zurda inútil, en serio. Mi mano derecha la tengo para que mi cuerpo haga equilibrio, y para tener la posibilidad de ganar un poco (pero poquito) más que una persona sin brazo. Soy un gallo cantando, y no tengo madera para actuar. Aunque considero que alguien debería tomar como arte el dramatismo que tengo habitualmente. Digo, yo que sé.
Tengo amigos que tocan instrumentos, que cantan re lindo, que actúan como si toda su vida hubiesen estudiado teatro, o dibujan cosas sin la necesidad de terminar haciendo fosforitos. Los envidio. Los envidio un poco porque los quiero, si fueran sólo conocidos los odiaría.
La otra vuelta un grupo de gente conocida organizó una varieté -con shows de clown, telas, juegos, música, músicos- en un salón todo colorido y lleno de personas artistas*. Me sentía desubicada. ¿Qué le costaba a mi viejo darme un poquito de su voz? No les costaba nada en esmerarse y hacerme prodigia. Capaz que se llenaban de guita y todo.
Además estuve observando, ¿saben lo que ganaría por hacerme la hippie que anda por la vida con la concepción del libre amor? Y otra cosa, habrán tipos que les patina la cabeza (porque son personas sensibles y vulnerables al raye), pero por algún motivo extraño están buenísimos.
Me resigno a vivir como una inútil aburrida, pero por otra parte, agradezco estar bien alimentada de buena música, de libros, obras y películas espectaculares, porque si bien el crédito se lo llevan los artistas, haber nacido para admirar las buenas cosas, no es algo tan fácil.
A los artistas que le patinan la cabeza, gracias.
A los artistas que no son artistas pero que se visten y andan como ellos, los voy a cagar a palos.
A los que están escondidos y en anonimato, gracias.
Brindo por la capacidad de sensibilizar a los demás.


Y hablando de sensibilizar, dejo un tema de Fernando Cabrera que me pone la piel de gallina.
"Agua".



*decir personas artistas es bastante pelotudo. Habían personas de todo tipo, de los buenos, los pseudos, y los don nadie.

4 de octubre de 2011

Razones por las cuales NO se debería ir a la cancha a mirar fútbol.

(Versión mina, canté)

a- los pibes de la tribuna generalmente están divinos y se comportan como primitivos que se comunican con saltos y gritos.
b- la gente parece convertirse en directores técnicos con frases impertinentes del tipo "Fulanito debería ir arriba para que Menganito pueda hacerle un pase a aquél que está mal ubicado porque en realidad patea con la derecha" o "Bien, bien, así los quiero, a los pases. ¡No!, ¿qué hace el cagón ese? ¡Que no la pase!, ¡que patee!"
c- las minas gritan "ídolo" con voz de enamoradas cuando un negrito se pone a correr antes de entrar a la chancha.
d- si el cuadro tiene una buena jugada, se aplaude. Si el cuadro tiene una mala jugada, también se aplaude. ¡A ver gente!, que se ganen los aplausos. No los regalen así nomás.
e- Se perciben hombres involucionados que se paran contra el tejido como Homo Erectus (o Homo Habilis en algunos casos) a gritar cosas del tipo "uoo eeeh vamsjhjj, boopenalhjstch".
f- en la cancha te da el sol de frente, te aturde el constante ataladramiento de bombos, se te acalambra el ojete el asiento incómodo, o puede hacer frío o calor al mismo tiempo. Por eso, señores, la televisión y la comodidad de sus hogares es la forma más correcta (para la seguridad de los civilizados) de mirar un partido de fútbol.

Ah, y con esto del HD (jai definishions), no sé si los jugadores están saliendo maquillados o qué, pero parecen más lindo por pantallita que a simple vista.

28 de septiembre de 2011

Nulla lux.

Ayer no existió la electricidad en casa. De día no me molestó: no estuve. Y cuando regresé todavía quedaba sol como para leer Mortadelo y Filemón sentada al cordón de la vereda (como dice la canción).
Descubrí que sumergirme en algún rincón de mí, con el acompañamiento de música seleccionada al azar (de preferencia bajonera e incitadora al suicidio, of course) es el mejor método de relajación y angustia existencial que he tenido la oportunidad de vivir. Eso y, cuando se acaba el pan y todavía queda salame, o cuando no te quedan más adherentes, son las doce de la noche y tu vagina está a punto de ahogarse con flujossangre. (Sepan disculparme, che).
En fin, la cosa es que a eso de las veinte horas, ya andábamos deambulando por la casa con velas pegadas a un platito.
Fue romántico. Comer un chivito a la luz de velones que largan olores sedantes*, es romántico.
Igual faltaba más adrenalina. Vamos, sin luz, noche cerrada, hombres lobos trepando muros, un centenar de Mary Poppins volando por los techos, gatas alzadas, relojes cucú sonando cada cinco minutos, brujas riéndose a carcajadas, viejas pitucas jugando al póquer, gente en la calle chocándose entre sí, ¡algo terrorífico tenía que pasar!
Pero no. Terminé leyendo con mi hermana "Yo, Darwin" a la luz irregular de cilindros blancos de parafina.

* también puede encontrar velones con olor a lavanda, menta, torta frita, chorizo al pan, vainilla, pescado, coco, milanesas de pollo, flor de lis, café con leche, o el velón supergenial que está compuesto por todos los olores anteriores mezclados y fermentados diez días.

21 de septiembre de 2011

Cosas innecesarias.

Acabo de encontrar en una carpeta llamada "Fah, acá podés encontrar de todo.", un documento de Word denominado, "La Dictadura CHI CHI CHI, LE LE LE, viva Chile".


7 de septiembre de 2011

¡¡Presa debería ir la gente!!

Hoy cuando venía de hacer un mandado, estaba esperando cruzar la calle y sentía que una vieja me miraba sin ningún tipo de disimulo. Básicamente me hacía una radiografía con sus ojos. Yo, por mi parte, puse cara de pelotuda y seguí mirando a los autos que pasaban a los bocinazos, con la intención de hacerle notar sutilmente a un conductor de una señora camioneta, que el tránsito se congestiona si se pone a conversar en la mitad de la calle. Finalizada la caravana de coches, doy el primer paso para cruzar, y se acerca la vieja con cara de comprensiva, o de lástima, y me da un folleto ilustrado con la silueta de una mujer mirando un atardecer naranja, acompañada de simpáticas letras en blanco, que formaban la frase "Consuelo para los deprimidos".
Casi me quedo a esperar que pasara un monopatín para tirarme adelante.
Ya dije, otra cosa más, y no salgo más a la calle.
Qué inseguridad. 


Bonus track: las personas mayores de 60 años están en edad de dejar de conducir cualquier tipo de vehículo, en serio, por la salud de las víctimas que se tienen que fumar las yeguas que se mandan cuando éstos manejan.
Y nada, tendrían que hacer un decreto que diga algo así como "Mujer, ponete a laburar, a cocinar, a lavar la ropa, a leer, a dedicarte a la política, a la educación, pero no maneje ni una bicicleta. M.S.P"

5 de septiembre de 2011

Con ustedes... La chancha.

Mucho dibujito, mucho nombre, mucho todo, pero desde que tengo el blog (y memoria) nunca subí ningún tema de la chancha. Así que acá podrán ver-escuchar "La felicidad te necesita estúpido", en versión acústica.



29 de agosto de 2011

Espejismo.

Hace un montón de días que me pasan cosas como:
- estoy mirando la tele y cuando me fijo la hora son 14:14.
- estoy leyendo y miro la hora y son 16:16.
- estoy haciendo cualquier cosa y miro la hora y son 19:19.
- estoy cagando en el baño y miro la hora y son 21:21.
- estoy haciendo lo que sea y miro la hora y son 23:23.

Saqué dos teorías: 
a- mi cuerpo y mi mente están en complot y me quieren hacer enloquecer demostrando lo perfecta y regulada que puedo ser (para mirar la hora).
b- un hada se confundió de hechizo y en vez de ponerme tetas más grandes -por decir cualquier cosa que viene bien- me roció un polvo donde me hace mirar la hora cuando los números están en espejo.

En cualquier momento me tiro por la ventana. 

23 de agosto de 2011

Ni fingir amor se puede.

La profesora de Derecho intentaba hacerle entender a una compañera -medio pija- que casi todas las profesiones son ejercidas de buena o mala forma.

- Por ejemplo, hay políticos enviciados y políticos que son excelentes personas que en realidad se preocupan por el país. Hay médicos buenos, y médicos mediocres; conoces profesores corruptos y docentes que son muy bien. Policías que no sirven para nada y que son hijos de puta y... No, ese no es buen ejemplo. ¿Entendiste al final a lo que me refería?

19 de agosto de 2011

14 de agosto de 2011

De esas cosas que a veces pensás.

Lo lindo de llegar a casa -a las siete de la mañana, ponele- es que hay muchas porquerías que sobraron del cumpleaños para bajonear;  es mirarme al espejo y verme hecha una nena con una remera rosadita más allá de mi cara hecha pedazo;  es desnudarme y hacer pichí rápido para salir corriendo a zambullirme en la cama -que estará llena de regalos y papeles de los cuales volarán todos al piso- para apoyar mi cabeza en una almohada buena, no como la que tuve que aguantar dos horas antes en otra cama. Y decirme para mis adentros mientras trato de taparme con el acolchado: "qué salado, fumé dos cigarros en toda la noche. Es un buen comienzo."

5 de agosto de 2011

Te quiero dar un sacamuelas.

Lo último que recuerdo era que yo estaba contra a la ventana. Cuando abrí los ojos no entendía el montón de cabezas -las que luego resultaron ser dos nomás- que me miraban desde arriba. Mauricio me terminó contando que cuando me dieron la noticia me desmayé y mi frente terminó golpeándose con el borde del banco, que vinieron él y un amigo a ayudarme pero que yo no reaccionaba. Qué susto muchacha, me dijo.
No supe qué responder.
Pensé en un montón de películas donde uno de los personajes perdía la memoria, y sentí miedo. Igual yo reconocía todo, estaba lo más bien.
Me lavé la cara con agua fría y me toqué el chichón que se me formó al instante del golpe. Una guampa visible, bromeó Martín mientas intentaba hacer equilibrio, colocando sus pies en una sola hilera de baldosas.
Salimos del baño y recorrimos la ciudad en busca de un diario que había salido la semana pasada. Nos habían hecho una nota sobre qué opinábamos acerca de bajar la imputabilidad. Nos sentíamos crá, dentro de tantas entrevistas la nuestra salió a la luz, pero todavía ninguno la había visto.
Cada tanto cuando me protegía del sol con mis manos me acordaba del chichón. El dolor fue una especie de máquina del tiempo, despertó un montón de caídas y golpes que había olvidado.
Paramos en un kiosko a comprar cigarros y Martín me preguntó cómo estaba. Le contesté que bien y puse cara de dolor para que me hiciera un mimo. Me dijo que no podía ser tan cagona, que ya estaba grande como para reaccionar así. La belleza cuesta, y sacarte dos muelas no va a ser el fin del mundo, acotó.
Lo último que recuerdo era que yo estaba esperando a Mauricio que saliera del kiosko con los cigarros. Cuando abrí los ojos no entendía el montón de cabezas -las que luego resultaron ser dos nomás- que me miraban desde arriba.

23 de julio de 2011

Acá son las 2:40

A veces no entiendo cómo termino mirando el programa "Espíritu Santo. Garantía de cambio" un sábado de madrugada.



Hmm, algo anda mal.

17 de julio de 2011

Facundito.

En el grupo azul estaba Facundito. Era un nene callado que no saltaba, ni bailaba, ni reía, ni hablaba.
Estaba ahí, como un ser vegetal que sólo se limitaba a decir "leche", "galletita", "baño" y "papá".
Intentábamos integrarlo de todas formas pero no había caso. El botija se rehusaba a participar de juegos.
Me acuerdo que una tarde se me había perdido, y cuando miré para el costado estaba pellizcando a los del equipo rojo, que eran chiquitos, lo agarré justito cuando le daba palo a una niña rubia, que apretaba sus ojos haciendo muecas de dolor. Lo saqué alto al piso y le dije que eso no se hacía. Pero ni me miró. Me empezó a caer mal, porque en realidad no entendía por qué hacía esas cosas. Le hablaba de la mejor manera, y a los cinco minutos, ¡zaz!, había que andarlo corriendo. Decí que era medio gordito el niño, sino abandonaba mis intentos revolucionarios de agarrarlo y darle un sermón.
Una vuelta, se encontraba sentado atrás mío con las piernas estiradas y, mientras yo explicaba un juego él agarraba y con sus pies encerraba los míos haciéndome tropezar.
Me di vuelta varias veces para decirle que no lo hiciera, que me podía lastimar, pero no obtenía respuesta de él.
Hasta que me enojé y le dije "escuchame, ¿vos sos tarado?", a lo que sus amigos respondieron "si animadora, tiene problemas, él es enfermito".

Y en ese momento no apreció ningún platillo volador que me hiciera desaparecer.
La puta que lo parió.

9 de julio de 2011

De porqué desaparecí.

Si bien yo creía que mis amigas me conocían de verdad, una noche, luego de tomar unos brebajes que descolocaron mi cabeza (mentira, era todo legal), me propusieron con la excusa de que "sólo nos vemos los fines de semana, tendríamos que compartir más tiempo juntas", participar como animador en el tradicional campamento para niños que se hace -desde que tengo uso de razón- cada año. Mi cara de "No, se equivocaron de persona" no fue suficiente, y empezaron a idealizar su idea como si yo fuera capaz de acceder a tanta estupidez.
Accedí. 
Y me enamoré.
Levantarme a las ocho de la mañana y desayunar a lo loco para llegar a un salón inmenso lleno de materiales y colores, y papeles, y telas, y marcadores, y pinturas, y globos, y gente trabajando, bobeando, abrazándose, riendo, puteando, bailando, ha sido de los placeres más grande que he tenido. 
Rezongar a pendejos ariscos, hacer filas y rondas de juegos, sentir los brazos de una nena o un nene colgados de mi cintura, saltar, dar besos y abrazos, encontrar miradas con el animador de otro grupo, pedir ayuda, quedar exhausta, llegar a casa y sentir la necesidad de dormir dos mil horas, ponerme de mal humor y querer prenderle fuego la cabeza a un pendejo, reprimir el guantazo cuando me llamaban "señora", repartir vasos, jugos, galletitas, y pintar de azul un montón de cachetes, ESO, eso fue lo que me hizo desaparecer.
Pero volví.
Y más paciente.

17 de junio de 2011

Nape.

Cuando vuelva a despertarme de madrugada toda destapada por tu cuerpo inquieto, voy a vengarme acaparando el abrigo para que pases frío. Voy a empujarte hacia un costado y al mismo tiempo te voy a sacar la almohada.
Desde que te eché de casa nadie me respira en la nuca, ni pasa los dedos fríos por mi columna huesuda. 
Quiero que me respires en la nuca; esta madrugada te voy a despertar.



Bueno, después de tomarme unos días sábaticos para hacerles creer que tengo cosas importantes que hacer (bueno, sí tengo alguna que otra), volví con tremendas ganas de deprimir a las personas. Los parciales dan ataques suicidas que ninguna revista de $35 puede impedir)
Fuck me.

8 de junio de 2011

Y sí.

Maximiliano me gustaba porque me daba bola, porque dejaba a un montón de gente para charlar conmigo, porque era lindo e interesante, y porque sabía como agarrarme de la cintura para liberarme de un incómodo círculo lleno personas intolerantes.
Me atraía porque hacía que mi pecho se inflara de ego cuando lo veía alejarse de las minas pitucas con vestidos lindos para acercarse a la roñosa de pantalón, morral y pelo cortito.
Mis intenciones eran puramente narcisistas.
Me hablaba de revoluciones, de filosofía, y yo me ponía cholula. Era una cholula cualquiera, pero choluleaba con buen gusto. Nunca nos abrazamos ni nos besamos, jamás insinuó ese tipo de interés por mí, pero me celaba cuando un flaco se me tiraba encima, o cuando me colgaba a mirar a alguien más. Nuestra relación era rarísima, profunda. Creo haber agonizado cuando me agarró de la pera y me miró a los ojos un par de segundos después de decirme “qué hermosa sos”. Esa noche se me cayó el orto al piso, el pantalón, las medias, la bombacha, caí entera. Pensé en encajarle un beso, en decirle que le tenía ganas, que me calentaba, pero antes de poder salir de esa laguna de flujos, el tipo se levantó a buscar más cerveza y rompió con todo el contexto.
Un viernes de noche la luna creciente además de alargarme el pelo, hizo que tomara demasiado vino y después (si será conchuda), los suaves rayos plateados que yacían del satélite me ordenaron que lo mezclara con vodka con pomelo, martini, grapa, y jugo caribeño sin disolverse… la deplorable poción terminó por emborracharme y desinhibirme absolutamente de cualquier ser que caminara en dos patas.
Charlé con gente que nunca me cayó bien, canté innombrables temas que todavía me hacen poner los cachetes colorados de vergüenza, me agité, y vomité un desagradable líquido ácido.
Mi patética escena hizo que Maximiliano cobrara consciencia y me llevara para su casa. Me echó en su cama, me desnudó, se rió de mi risa, me acarició el pelo, se acostó al lado mío, se desnudó, nos tapamos y nos besamos.
Me dormí.
Amanecí con Maxi metiéndome sus dedos mojados con baba en mi oreja. Mientras hablaba sobre cosas de anoche, mi mirada estaba perdida en sus hombros enormes, en su cara hermosamente arruinada, y en su pelo revuelto.
Me incorporé para darle un beso, él me corrió la boca y me estampó uno en la mejilla, pensé que le jodería mi aliento de mañana, así que corrí al baño y me cepillé los dientes. Cuando volví ya estaba vestido, me enfrenté a su cuerpo y parándome en puntas de pie me acerqué a su boca, él volvió a correr su cara con una mirada tierna que no entendí.
Me vestí y me fui.
Abriendo la puerta de casa mi celular comienza a virar y sonar: era él.
“Qué hermosa sos”, me escribe el pelotudo. No le respondí.
Más tarde mi celular vuelve a vibrar y sonar: otra vez él.
“Me gustan los hombres, creo que nunca te lo aclaré”
Tampoco le respondí.
Entendí porque celaba con los flacos que me cargaban. Y me alivió saber que mi aliento mañanero no fuera la causa de que un pibe no quisiera darme un beso.

29 de mayo de 2011

Te decía...

Nos miramos y reímos pero en realidad no sé por qué. Él dejó de gustarme cuando no se interesó más por mi y comenzó a transformar la relación en una funesta rutina. Me desenamoró ver al tipo mintiéndome en una boludez; me desenamoré porque me dolió verlo tan idiota, hipócrita y cagón.
Entonces dejamos de jugar juntos y patear hacia el mismo lado, para pasar a hacernos zancadillas y clavarnos puñales en la espalda cuando uno de los dos estaba distraído.
Me pregunto por qué no lo dejo, por qué me someto a pasar mal y luego verlo y tirarme encima de él y apretarlo contra mi pecho. 
No sé por qué ya no me escribe cosas lindas, ni se las ingenia para sorprenderme, por qué no soy su prioridad, o por qué se olvida de mi y deja de tenerme en cuenta.
No sé a qué mierda jugamos, tiramos piedras y escondemos las manos, negamos que nos hacemos mal y seguimos campantes.
Me dan ganas de tirarle un cascote en el medio de la nuca cuando va caminando adelante sin esperarme. 
No le importa dejarme atrás.

Y después nos miramos y nos acostamos en su cama, o en la mía. Somos dos pelotudos que se excitan fácilmente y cogen como si se viniera el fin del mundo.
Te veo encima mío, abajo, atrás, y me enamoro. Vos también te enamoras.
Pero ese amor dura unos minutos, porque ahora ya ni nos mimamos después de caer cansados por el buen polvo que tuvimos.

19 de mayo de 2011

Al karma no hay con qué darle... ni con buenas acciones.

Sé que lo que voy a hacer está mal y muchos dirán que lo hago por cagona, por querer estar bien con el karma y porque después de dos días aprendí que no tengo que atentar contra su energía marica. Pero me quiero confesar, frente a cualquier gil de miga que pueda ver esto, frente a mi madre que ahora lee el blog, y frente a agentes de la KGB (y no se hagan los cosos porque todavía quedan), que me arrepiento de haber despertado de mala manera a mi hermana que se había tirado un ratito a dormir la siesta, que manotazo por acá, codazo por allá*, se despertó con la jeta por el piso.
Soy consciente de mi bochornosa acción y no sé, me arrodillo si querés, no como por una semana, me tatúo la palabra "karma" en la frente para tenerlo presente cada que me levante y me mire al espejo o cada vez que me esté peinando para salir de bailongo, sacrifico las figuritas de la copa américa, no sé, mato un plancha, loquesea, pero no me tortures más como hoy.
Se tomó en serio el trabajo y en menos de diez minutos el mal humor habitual de cualquier ser humano, se transformó en enojo, y ese enojo también entendible, pasó a ser ira.
Después de haber soñado que un negro me quería afanar el morral, y mientras le daba como adentro de un gorro con una silla por la cabeza al mismo tiempo que el pardito silbaba el himno nacional, me desperté decidida a levantarme y no encontré una media que se perdió en el fondo de la cama y me calcé los championes igualmente con el pie izquierdo desnudo.
Fui hasta el almacén y todos los perros del barrio se complotaron para romper con el silencio por el cuál paso todos los días, y ladraron por cada respiro que dí. Es más, uno salió atrás mio y fue como cinco metro oliéndome el orto mientras yo le decía "salí, salí la puta que te parió" y le pegaba manotazos al aire.
Llego a destino, y se había formado una cola de clientes inusual, pensé en ir a otro lado, pero verdaderamente se me caía un huevo**, y decidí esperar.
"¿Qué vas a llevar?", me preguntó el almacenero con cara de feliz. "Un colet", le respondí con menos gracia que una tortuga. "Uh, no sé si tengo, dejame ver acá... porque no sé que pasa con los de Conaprole que no están entregando, ¿vos querés uno chico no?, mirá acá tengo uno."
Lo compro, me lo da, me doy media vuelta y me voy.
Agarro por otra calle para que los hijos de mil perras prostitutas no me ladren de nuevo y llego a casa decidida a deleitar la chocolatada.
Le doy el primer chupeteo a la pajita, la succiono para tomar un buen trago,  y un sabor asqueroso hace que la cara de me desfigure y haga arcadas.
El fucking colet estaba vencido.
Me quiero ir a dormir para terminar con esta porquería, pero me da un poco de miedo ahorcarme con las sábanas enredadas.
Todos putos.


* todo en son de paz y sin violencia... ¿qué se piensan que soy?
** ay sí, digo "se me cae un huevo" y soy mina, ya sé que no tengo huevos, me conozco por dentro, giles.

17 de mayo de 2011

Y viste como es...

A veces no entiendo qué hace una mina linda, inteligente, honesta, leal, educada, sencilla, adorable, interesante, independiente, ecologista y defensora de los derechos humanos*, pegada a sus ideales, con objetivos por delante, segura de sí misma y de buen gusto musical, exigente, orgullosa, antisocial, soberbia y libre como yo...agregando al facebook pendejos de dos clases más chicas sólo porque están buenos.

Así no se puede che.


*ecologista y defensora de los derechos humanos, bah.

15 de mayo de 2011

Japi dey.

El facebook debería ser limitado para cierto sector de la población que se encuentran en la sección "madres". Por el propio bien para ellas, porque está científicamente comprobado que a uno lo etiquetan en fotos donde está con su mejor cara de drogón, borracho y despeinado.

No vieja, no te quiero tener en el facebook, nuestra relación amena no se fortalecerá con nuestro vínculo virtual, ni florecerá la relación madre e hija que se desgasta con el tiempo.
Vos naciste en tiempos de cartas por correos, tiempos de dictadura, tiempos de andar a caballo y esas cosas. No naciste para tener una red social donde sos amiga de mis amigas, donde firmas fotos, donde jugas a los juguitos.
Y con esto no quiero decir que mi facebook no se pueda ver porque ando como una superpornoestar sacándome fotos en pelotas con peluches entre las piernas, sino que bueno, la privacidad es el mejor método para mantener una relación sana. Porque si algún día te saco de mis solicitudes ocultas y te acepto, me llegas a comentar un estado o me publicas cadenas chotas por el muro o mensajes, te desheredo como madre.

8 de mayo de 2011

"Los artistas de hoy en día"


En un momento de la noche salí del boliche y me senté en un escalón a observar la gente que se había acumulado en la puerta. Qué increíble que con éste frío hayan minas que salen de pollerita cortita, remerita fina, y sin abrigo. Las admiro realmente, porque a pesar del sacrificio por levantar a un macho y congelarse, en ningún momento se quejan.
Pero de eso no quería hablar, porque lo que me llamó la atención e hizo que escribiera en un cuaderno, fue un flaco que estaba contra una columna mirando el amontonamiento de personas que en un principio miré.
Lo conocía de otros toques, de cruzármelo de madrugada, de la vida. Y esa misma noche, antes de entrar al boliche nos ayudó a reestablecer a un amigo que estaba medio inconsciente del pedo que tenía.
Nos ayudó y se fue.

Mientras el frío me dejaba las manos duras no podía dejar de escribir adjetivos sobre el tipo, no entendía por qué estaba siempre solo cuando lo veía. Por qué miraba para todos lados como si lo estuvieran buscando, o por qué analizaba a la gente con cara de asesino serial.
Tenía puesto una campera de cuero negra y un pantalón de jeans que estaba constantemente subiendo porque se le caía. Tenía el pelo enrulado y seco. Sus ojos eran inquietos, igual que sus manos, y su cabeza.
Un loquito cualquiera.

Se acercó donde estaba y me dijo “estás pirando”, dejándome una cara de desconcierto tremendo.
“¿Qué escribís?” preguntó, y tratando de tapar la hoja donde hablaba sobre él, le respondí: “cosas”.
Me miró un segundo y luego soltó el comentario que hizo perder todo mi interés sobre él: “Es raro ver a una mina escribiendo afuera de un boliche. Yo soy poeta, escribo sobre cosas que siento, dibujo, bailo, hago arte. Soy artista. Soy un bufón, hago reír al rey.”
No tuve otra opción que burlarme, de última él nació “para hacer reír a la gente”, si mal no recuerdo sus palabras. Pero mi risotada pareció no gustarle y me sacó la hoja. SÍ, me la sacó.

Muy pocas cosas son las que me calientan de la gente que desconozco, pero que venga un vagabundo antisocial y me diga que por creerse un bufón y hacerle fotoshop a la bonita de Brittany Murphy como si estuviera abrazada a él* y por ende considerarse un “artista”, me jode como los piñasos en las tetas que te encajan dos por tres cuando recién te estás desarrollando.
Eso y, bueno, que me haya hurtado mi cuaderno donde yacía mi “arte”.


*absolutamente verdad. Increíble.

4 de mayo de 2011

Hoy seguro toca baño.

Cada vez que mi padre pedía el día libre en su trabajo, coincidía con la visita al pediatra que realizaba cada dos o tres meses. Por eso no me gustaba llegar de la escuela y verlo sentado en la mesa sin la camisa ni la corbata puesta.
Almorzaba callada, tratando de digerir el alimento pese a los comentarios que mi viejo le hacía a mamá sobre la enorme aguja que iba a terminar en mi brazo. Nunca me pincharon en los controles médicos, pero al tipo le encantaba asustarme con cosas así. Igual era un buen método el ir cagada porque cuando me examinaban, nada era tan malo como una aguja enterrada en mi brazo. 
Terminamos de comer, junté la mesa, y cuando papá se puso a fregar aproveché para tirarme en el sofá a mirar alguna boludez del fox kids y dormir una siestita.
Por allá me desperté con sus gritos que de forma exaltada exclamaban que se nos hacía tarde, que me tenía que bañar, peinar, salir para allá, hacer otros mandados, y que no íbamos a llegar. Me metí corriendo al baño mientras me alcanzaba la ropa "de salir" a medida que la encontraba. 
Terminé de bañarme y me acerqué envuelta en la toalla para dejar que me apretujara y me sacudiera de arriba abajo así me secaba bien. Luego mencionó que no había encontrada ninguna bombacha y por ende ordenó que buscara inmediatamente una. En menos de cinco minutos ya estaba vestida, perfumadita y bien peinada. 
Irreconocible, según él.
    
Llegamos al sanatorio y me puse a jugar con las baldosas gigantescas y colorinches que tenía el piso de la sala de espera. Traté de no manchar los cancanes blancos cuando me tiraba en el suelo, ni despeinar las dos trenzas que las había hecho a las apuradas. Ni bien dijeron mi apellido, comenzamos a caminar con papá hacia el consultorio del gordo bigotón que resultaba ser el pediatra que estaba de guardia. 
Nunca lo había visto, vestía una bata blanquísima, sin ninguna arruga y con olor rico. Parecía un hombre prolijo, correcto, y no sé por qué me intimidó cuando me saludó caballerosamente con la mano. 
Mi viejo permanecía callado, me observaba desde una silla y hacía caras cuando levantaba los pies y dejaba que la pollera se me subiera. 
"Bueno Valentina, ahora sacate las medias así puedo seguir con el control". Entonces, sin decir palabra alguna, y con total naturalidad me bajé hasta las guillerminas el cancan que dejaba al descubierto mi calzón. Abrí las piernas, y miré a papá que estaba todo colorado y con el ceño fruncido. No entendía nada, hasta que noté que mi bombacha parecía haber sido víctima de una violación por la cantidad de agujeros que tenía.
Salimos en silencio del sanatorio, y cuando se detuvo supe que se venía la puteada por ser una “desprolija bárbara”. Nunca me habían rajado tanto.
A partir de ese día, jamás volví a ver a papá sin camisa ni corbata cuando llegaba de la escuela.
Y empecé a ir a los controles con mi vieja.
                                                                                                                                     (Te extraño un montonazo)

26 de abril de 2011

A veces deberíamos matar a un par que están al pedo.

Así como nos llama "casi bachillers" o "pre universitarios", frunciendo el ceño y con voz de marica nos trata de hacer callar.
Más allá del poco interés que se le presta, él insiste con que quiere que salgamos formados para facultad.
Cuando le preguntás el concepto de una palabra que nunca oíste en tu puta vida, responde con cara de compresivo su célebre frase: "más adelante lo veremos". Y una queda perdida como boludona, porque justo esa definición es la que conlleva a que entiendas el palabrerío que está diciendo.

En el momento que se te prende el foquito y te esperanzas de que todavía tus neuronas te funcionan como para entender -sin la ayuda de nadie-, un razonamiento que, si bien nunca sabrás cómo llegó a tu mente, aún así tenes fuertes convicciones de que está correcto, el macanudo del profesor, te larga un "shh shh" censurador que te deja con todo tu genio en la punta de la lengua.
Y te lo tenés que tragar, porque claro, no podés interrumpirlo cuando habla. El curso se lo sabe únicamente de memoria y carece de razonamiento. Se entrevera.
Igual, estos pequeños detalles son aguantables. 

Ahora, cuando tiene sus ataques de dinamismo y se le da por decirnos "hoy nos dedicaremos a leer en las dos horas el texto que habla de la introducción a la contabilidad", siento un fuerte impulso por ir hasta su escritorio y ahorcarlo. 
No obstante, tratamos de decirle desesperadamente que somos capaces de leer lo dictado en nuestra casa,  pero el simpático hace oído sordo y comienza su miserable misa. 
Aunque no sean razones justificadas para pincharle la rueda del auto, para completar el pack: nos habla como si sufriéramos algún tipo de incapacidad intelectual.

Y nada, culpa a la mala forma de dar una clase, y la poca creatividad que tiene para otorgarnos "las herramientas necesarias" que nos fortalezcan en facultad, uno termina haciendo dibujitos y escribiendo frases chotas en la parte de atrás del cuaderno.

19 de abril de 2011

Sara.


Me gusta la personalidad de Sara, porque además de carácter fuerte y cortante, tiene la palabra justa que te descoloca.

Es capaz de mandarte a la mierda sin problema. Y si tiene que hacerte la cruz, la talla bien prolija porque en el fondo sabe que vas a venir a pedirle perdón.

No le gusta el pescado pero si le decís que es pollo lo come sin chistar. Tiene fanatismo por el color violeta, y adora un montón de peluches deshechos que tiene hace años.
Está constantemente jugando al fútbol sin dejar de parecer una nenita tierna, pero cuando la pelean no tiene pudor ninguno para llamarte "hijo de puta".

Puedo agregar que sacude su largo y pelirrojo pelo cuando está eufórica; que se hace una colita alta dejando que el broche quede mirando para arriba; y que toca con la yema de los dedos un mechón que siempre deja suelto.
También se echa mucho perfume antes de salir, y combina infantilmente su ropa, quedando aún así con un soberbio dejo a mujer.

A Sara le podés descubrir la parte que ella te quiere mostrar... pero jamás sabrás qué esconden sus ojos cuando los clava en un punto y asiente con la cabeza como si estuvieran dándole alguna lección moralista, ni podes sospechar su ánimo, porque arregla sus desdichas con un gesto de orgullo y bienestar que aparece automáticamente en su cara cuando le preguntas cómo está.
Ella es capaz de dejar a un lado sus caprichos para brindarte un abrazo que te recupera de cualquier bajón.
Es increíble como tenés que encontrarte con una papel arrugado que dice "te extraño papá" para darte cuenta de que la niña pide a gritos un abrazo.

Me deslumbra.

15 de abril de 2011

Para empezar bien las vacaciones.

Extraído de una conversación en una de las horas de matemática.
Canaria: ¡Ay!, qué lindo está para dormir la siesta.

A coro, Zurda, Polla y Niña: Sí, salado.

Canaria: Esta tarde me acuesto a mirar Gran Hermano*.

Zurda: Y comer un pote de helado.**

Valentina es así acota bajito: Qué minas pajeras.

Polla: ¿Qué?

Valentina es así: Nada, nada.

A la hora de Ciencia Política.
Niña: Estoy un poco nerviosa por empezar facultad.

Valentina es así: Faltan meses todavía.

Canaria: Y yo que no sé ni lo que voy a estudiar…
Piensa y acota: Igual tengo tiempo.

Polla: ¿No ibas a hacer psicología vos?

Canaria: Pasa que… no sé, cuando fuimos a ver la facultad no me gustó la onda. Eran unos roñosos todos tirados en un cantero.

Valentina es así: Bueno, tirados no estaban. A lo sumo estarían sentados en el suelo, que no veo por qué te jode tanto.

Canaria me mira de arriba abajo y dice:
- Sí, a vos te veo estudiando ahí. Tenés como el perfil.

Sonrío casi sin gracia y le muestro mis championes reos que llevaba puesto para que viera que dialogar con una roñosa a veces no está tan mal.

Y bueno, no es fácil adaptarse a veces.


*La gente que mira Gran Hermano, automáticamente se convierten en inculto. Porque todavía te encajan un “vos miralo como un juego estratégico”.

** ¿Un pote de helado?, ¿un pote de helado? ¿De dónde saliste, pelotuda?
Un refuerzo vaya y pase, galletitas, banana con dulce de leche si querés algo glamoroso para mirar la tele. ¿Pero un pote de helado?, volvé a tu casa yanqui de mierda.

11 de abril de 2011

Y bueno...


Yo banco a todas las personas que salen a pasear con su pareja de la mano. A veces me pasa que las miro y siento envidia de que puedan salir tan libremente por ahí, con cara de recién cogidos y enamorados, sin sentirse pelotudos. Quizá tenga un problema grave con la sociedad y sienta que no necesariamente el mundo tiene que saber con quién me desnudo, y con quién no.

Generalmente cuando veo una pareja caminando tranquilamente en la suya, me pone contenta observar sus pasos coordinados y las medias sonrisas que diviso cuando se miran.

Ahora, lo que sí me molesta son las innecesarias exhibiciones de mala pornografía deserotizante, ese lenguaje corporal que sólo lo utilizás en situaciones extremas cuando hace cuatro años que te andás pajeando por abstinencia de sexo.
No es lindo salir al recreo y bancarme –además de empujones y pisotones- a dos personas que se manosean, sin consideración alguna por el hecho de que estoy ahí con cara de papa sin sal, esperando a que la manada de animales que salen expresos hacia afuera, para prender un pucho como si su vida dependiera de ello, deje el camino libre para poder respirar un poco de aire desestresante por cinco minutos.
Porque lo peor de todo es que sin poder evitarlo oís los gemidos desesperados de seres que necesitan coger hasta terminar en coma.
Y te terminás excitando.



(¡Gracias, Gabriel!)

7 de abril de 2011

Ni con la mejor intención.

En una de las corridas hacia el lugar más cercano para sacar fotocopias, terminé desparramada en el suelo haciendo que mis libros volaran y -antes de que levantara gran parte de mis cosas- se acerca un caballero con toda la amabilidad y me alcanza una libreta que había quedado en el suelo.
Mirándolo como si fuera mi príncipe azul que ha venido a rescatarme, de forma simpática le doy las gracias y me sonríe con alguna que otra ausencia de dientes. 

Definitivamente no nací para vivir historias de amor como en las películas.
Una buena te pido nomás.  


5 de abril de 2011

Queja de quejosa.

- Bo pelotudo, si  vas manejando y en una esquina tenés preferencia, ¿no te parece que al doblar la perdés?, ¿te cuesta tanto frenar dos minutos para que pase correctamente quien tenga que pasar?
Una cosa es manejar como mina, que por género no me queda otra; puedo equivocarme e ir a contramano, se me puede apagar la moto a mitad de cuadra, puedo enganchar la pierna de alguien que pasa... pero por torpe, y porque el estigma social de lo que trata mujer al volante hace que una actúe así.
Ahora, freno aunque que no haya un cartel de PARE, freno en las cebras, pongo todos los señaleros (sí, todo a la misma vez), quedo insertada en algún montón de escombro cuando están arreglando la calle y voy distraída. Me como pozos, desniveles, lomadas... pero me pone demasiado histérica y me dan ataques primitivos de querer sacarme los brazos si no respetan las preferencias. 
¿Me entendés? Zapallo. 




Consciente que de que me está por venir... aclaro que nunca estuve tan pacífica y equilibrada como ahora.
Pero eso sí, algún día los conductores me van a escuchar.

28 de marzo de 2011

Así estamos.


Un test de personalidad donde debía dibujar un chancho, me dijo que soy pesimista, sentimental, insatisfecha sexualmente, con poca capacidad para escuchar a los demás, y que me aferro a mis ideales.
Se olvidó de decirme para dónde puedo salir corriendo.
Y uno que pensaba estudiar psicología...

14 de marzo de 2011

4 de marzo de 2011

Como uno cae en la cuenta, ¿no?.

- Vale, ¿por qué tenés un blog?.
- No sé, porque me descargo.
- ¿Y por qué no te descargas en un cuaderno?, si es realmente tu fin.
- Porque soy demasiado narcisista y pienso que la gente disfruta leyendo mis patéticas historias de cosas que me pasan. 
- Ah. 






   Blog, me hiciste desviarme de camino, yo te utilizaba para canalizar. Ahora me someto a abrir mi blog a cada rato, para fijarme si aumentó mi ranking de pelotuda.

23 de febrero de 2011

De porqué salvé el examen.

Debo decir, que quedarme a examen fue una injusticia. Pero aún así, junté toda mi concentración, y salvé la dichosa carga que me pesaba como tres toneladas en la espalda. (Mentira, lo salvé porque sino me echan de casa).




Algunos piques que utilicé para poder concluir con el favorable resultado final:


-Mire la fecha de su examen y planifique sus vacaciones con su novio/a/os/as, y váyase a tranquilizar la mente de un año agitado.
-Regrese, y comience a planificar las vacaciones con sus amigos/as, -y ya de paso- sus vacaciones familiares.
-Vuelva de sus vacaciones y fíjese la fecha de su examen.
-Boludeese (¿boludeese?) una semana haciéndose la idea de que tiene que estudiar.
-Ponga un día para comenzar su vida de estudiante, y cúmplalo:
*agarre la(s) fotocopia(s), lea el título, y déjese llevar por la mugrecita de su ombligo. Luego de una hora escarbando el hueco, tómese un descanso.
*retome sus lecturas, y piense en cosas que tiene que hacer y que no hace por el estudio.
*ordene su cuarto, como otro descanso, o hobby en el rol de estudiante.
* acuéstese a las 3 de la mañana, prometiendo que se levantará a las ocho.
*no se levante a las ocho porque estará de mal humor.
-Antes del examen (no pido una semana, sino tres o cuatro días), fíjese cuál es el programa analítico.
-Cuando entre en razón de todo lo que hizo, y se enloquezca, trate de tranquilizarse con una copita de martini a las cinco de la tarde.
-Cuando le queden dos días, estudie como un hijo de puta.
-Antes que se duerma en la noche previa al examen, rece.


Con esos pasos usted puede llegar a favorables resultados. En caso de que no lo ayude con algún examen, no lo intente nuevamente.






¡¡Salud por mi, y mi examencito salvado!!




18 de febrero de 2011

Lo esencial no está a la vista.


Una tiende, por diferentes razones, a sentirse bien consigo misma. Ya sea porque sospecha que tiene una personalidad muy marcada, por dotes en un cuerpo meramente impresionante, por sentirse simple y disfrutarse o porque acepta su aspecto físico y su equilibrio mental.
Particularmente, me siento bien siendo quien soy, y nunca envidé culo/teta/cara/pelo/boca/piernas de nadie, pese a que Dios podría haberse esmerado un poquito más al hacerme.
La cosa es que la gente ya no me carga.
Domingo de mañana, volviendo hacia mi casa –luego de una noche entre risas vergonzosamente patéticas- con mi paso de persona moribunda en el desierto del Sahara. Para una camioneta desde la cual se escucha música no demasiado fuerte, pero que con el silencio de la calle se hace notar.
—¿Te llevo? —me dice un tipo desde la ventanilla.
—No, gracias. Voy caminando, me queda cerca. —Y sonrío.
El tipo observa mi cara arruinada por una noche a toda pasión con el querido karaoke y sus mejores versiones de "Auto rojo", "Prima Lejana", "Una calle me separa" y demás hits, y dice:
—Mirá lo que sos... sos una princesa* ¿Cómo te voy a cargar? Sos un ángel.
—Bueno, me alegro que lo hayas notado —le respondí.
—Qué buena onda tenés flaca, la verdad que un gusto. Disculpá la joda.
Después de confesarme a medias su cometido (llevarme al lugar más lejano posible y violarme), se disculpó por las intenciones que tuvo y se marchó, lamentándose como si realmente me hubiera violado.
Ahora, yo no entendí si el tipo de verdad pensó que yo venía del cielo, o si me vio los labios medio violetas del vino lija que tomé esa noche.
Si en verdad soy una buena persona con buena onda, o si no tengo ni gracia para caminar.
No sé si fue excusa, o si estaba drogado con algún combustible de ANCAP.
Lo cierto es que me fui caminando hasta casa, medio cagada por la idea de que apareciera de nuevo bajo efectos peores, y con dudas existenciales sobre la esencia que perdí en esos cinco minutos.


* Si un tipo que no conoces se te acerca y te dice como elogio cariñoso “princesa”, corré.
Si conoces a ese tipo, e igual te lo dice, corré más rápido.



8 de febrero de 2011

Adiós, adiós cemento.

La puta madre que lo parió y la lluvia del orto que no para ni un segundo.
No puede ser che, que uno (con el esfuerzo que hace para ser útil en la sociedad) no pueda disfrutar unos días de tranquilidad -en el inmenso pueblito- de Punta Colorada.
¡A ver Dios si te ponés un poquito las pilas eh!


¡Nos vemos dentro de unos días!










Pd: cuando me puse a ver las fotos del enfermero que estaba buenazo, tenía una cara de puto espantoso, y las nota de pie eran algo así como "iop", "re boluuudo", "con los pibees", y "sali horriiible pero igual la pongo". 


Tengo que ponerme a estudiar che.

1 de febrero de 2011

Agua bendita.

Drásticamente, me remangué cincuenta gramos de piel de mi pierna derecha, por bajar torpemente de la moto con el caño escape hirviendo.
Como es común la mugre en el objeto metálico, a los tres días, tenía la herida de un color medio verde.
Obligada por manipuladores, tuve que ir a curarme esa asquerosidad que tenía en mi pierna. Saqué la orden, y en menos de cinco minutos, "Valentina y apellido.", sonó en la sala de emergencias.
El enfermero estaba buenazo*, lo cual fue una cagada, porque lo putee, le lloré, casi me desmayo, me bajó la presión, y me transpiró todo el cuerpo del cagazo.
Cada cuarenta y ocho horas me tenía que ir a curar la herida.
A los dos días, como buena paciente, fui, y no lloré tanto. Porque me conversaron bastante. Pero la herida seguía pudriéndose pese a los remedios que me echaban.
Me fui a Valizas, y en una policlínica de ahí fui en socorro para que me limpiaran.
Cuando entré ya me puse a transpirar. La mujer me hablaba de unos condones para mujeres, mientras tiraba de la gasa que estaba pegada a la herida.
Apoyaba mi cabeza a la camilla, y dejaba todo mojado.
Hasta que mi boca balbuceo "Quiero vomitar."
Como no había comido nada, no pude expulsar nada; quedándome con un gusto ácido bastante asqueroso.
Terminó la tortura, y yo quedé mareada flor de rato.
Caminando por la playa, una ola me mojó la gasa y me la despegó. Aproveché a mojarme las piernas, y mágicamente la herida empezó por fin a curarse.
No es que deje de creer en la medicina occidental... pero si fuera hippie, diría que las energías fluyeron hacia el océano para que la sal curara perfectamente mi piel.

Entre eso y las Noctilucas, quedé maravillada.

*Pese a mis llantos, me agregó al facebook. La loca anda.

3 de enero de 2011

Y, ta.

Quiero recordarte que a veces me dan ganas de escupirte en la cara. Vomitarte la jeta. Pegarte una patada en la cabeza e ilusionarme que moveré algo de ahí adentro que te hará reaccionar.
Pero no. Seguís igual de jodido, pedazo de homosexual.