29 de agosto de 2011

Espejismo.

Hace un montón de días que me pasan cosas como:
- estoy mirando la tele y cuando me fijo la hora son 14:14.
- estoy leyendo y miro la hora y son 16:16.
- estoy haciendo cualquier cosa y miro la hora y son 19:19.
- estoy cagando en el baño y miro la hora y son 21:21.
- estoy haciendo lo que sea y miro la hora y son 23:23.

Saqué dos teorías: 
a- mi cuerpo y mi mente están en complot y me quieren hacer enloquecer demostrando lo perfecta y regulada que puedo ser (para mirar la hora).
b- un hada se confundió de hechizo y en vez de ponerme tetas más grandes -por decir cualquier cosa que viene bien- me roció un polvo donde me hace mirar la hora cuando los números están en espejo.

En cualquier momento me tiro por la ventana. 

23 de agosto de 2011

Ni fingir amor se puede.

La profesora de Derecho intentaba hacerle entender a una compañera -medio pija- que casi todas las profesiones son ejercidas de buena o mala forma.

- Por ejemplo, hay políticos enviciados y políticos que son excelentes personas que en realidad se preocupan por el país. Hay médicos buenos, y médicos mediocres; conoces profesores corruptos y docentes que son muy bien. Policías que no sirven para nada y que son hijos de puta y... No, ese no es buen ejemplo. ¿Entendiste al final a lo que me refería?

19 de agosto de 2011

14 de agosto de 2011

De esas cosas que a veces pensás.

Lo lindo de llegar a casa -a las siete de la mañana, ponele- es que hay muchas porquerías que sobraron del cumpleaños para bajonear;  es mirarme al espejo y verme hecha una nena con una remera rosadita más allá de mi cara hecha pedazo;  es desnudarme y hacer pichí rápido para salir corriendo a zambullirme en la cama -que estará llena de regalos y papeles de los cuales volarán todos al piso- para apoyar mi cabeza en una almohada buena, no como la que tuve que aguantar dos horas antes en otra cama. Y decirme para mis adentros mientras trato de taparme con el acolchado: "qué salado, fumé dos cigarros en toda la noche. Es un buen comienzo."

5 de agosto de 2011

Te quiero dar un sacamuelas.

Lo último que recuerdo era que yo estaba contra a la ventana. Cuando abrí los ojos no entendía el montón de cabezas -las que luego resultaron ser dos nomás- que me miraban desde arriba. Mauricio me terminó contando que cuando me dieron la noticia me desmayé y mi frente terminó golpeándose con el borde del banco, que vinieron él y un amigo a ayudarme pero que yo no reaccionaba. Qué susto muchacha, me dijo.
No supe qué responder.
Pensé en un montón de películas donde uno de los personajes perdía la memoria, y sentí miedo. Igual yo reconocía todo, estaba lo más bien.
Me lavé la cara con agua fría y me toqué el chichón que se me formó al instante del golpe. Una guampa visible, bromeó Martín mientas intentaba hacer equilibrio, colocando sus pies en una sola hilera de baldosas.
Salimos del baño y recorrimos la ciudad en busca de un diario que había salido la semana pasada. Nos habían hecho una nota sobre qué opinábamos acerca de bajar la imputabilidad. Nos sentíamos crá, dentro de tantas entrevistas la nuestra salió a la luz, pero todavía ninguno la había visto.
Cada tanto cuando me protegía del sol con mis manos me acordaba del chichón. El dolor fue una especie de máquina del tiempo, despertó un montón de caídas y golpes que había olvidado.
Paramos en un kiosko a comprar cigarros y Martín me preguntó cómo estaba. Le contesté que bien y puse cara de dolor para que me hiciera un mimo. Me dijo que no podía ser tan cagona, que ya estaba grande como para reaccionar así. La belleza cuesta, y sacarte dos muelas no va a ser el fin del mundo, acotó.
Lo último que recuerdo era que yo estaba esperando a Mauricio que saliera del kiosko con los cigarros. Cuando abrí los ojos no entendía el montón de cabezas -las que luego resultaron ser dos nomás- que me miraban desde arriba.