Ayer no existió la electricidad en casa. De día no me molestó: no estuve. Y cuando regresé todavía quedaba sol como para leer Mortadelo y Filemón sentada al cordón de la vereda (como dice la canción).
Descubrí que sumergirme en algún rincón de mí, con el acompañamiento de música seleccionada al azar (de preferencia bajonera e incitadora al suicidio, of course) es el mejor método de relajación y angustia existencial que he tenido la oportunidad de vivir. Eso y, cuando se acaba el pan y todavía queda salame, o cuando no te quedan más adherentes, son las doce de la noche y tu vagina está a punto de ahogarse con flujossangre. (Sepan disculparme, che).
En fin, la cosa es que a eso de las veinte horas, ya andábamos deambulando por la casa con velas pegadas a un platito.
Fue romántico. Comer un chivito a la luz de velones que largan olores sedantes*, es romántico.
Igual faltaba más adrenalina. Vamos, sin luz, noche cerrada, hombres lobos trepando muros, un centenar de Mary Poppins volando por los techos, gatas alzadas, relojes cucú sonando cada cinco minutos, brujas riéndose a carcajadas, viejas pitucas jugando al póquer, gente en la calle chocándose entre sí, ¡algo terrorífico tenía que pasar!
Pero no. Terminé leyendo con mi hermana "Yo, Darwin" a la luz irregular de cilindros blancos de parafina.
* también puede encontrar velones con olor a lavanda, menta, torta frita, chorizo al pan, vainilla, pescado, coco, milanesas de pollo, flor de lis, café con leche, o el velón supergenial que está compuesto por todos los olores anteriores mezclados y fermentados diez días.
Descubrí que sumergirme en algún rincón de mí, con el acompañamiento de música seleccionada al azar (de preferencia bajonera e incitadora al suicidio, of course) es el mejor método de relajación y angustia existencial que he tenido la oportunidad de vivir. Eso y, cuando se acaba el pan y todavía queda salame, o cuando no te quedan más adherentes, son las doce de la noche y tu vagina está a punto de ahogarse con flujossangre. (Sepan disculparme, che).
En fin, la cosa es que a eso de las veinte horas, ya andábamos deambulando por la casa con velas pegadas a un platito.
Fue romántico. Comer un chivito a la luz de velones que largan olores sedantes*, es romántico.
Igual faltaba más adrenalina. Vamos, sin luz, noche cerrada, hombres lobos trepando muros, un centenar de Mary Poppins volando por los techos, gatas alzadas, relojes cucú sonando cada cinco minutos, brujas riéndose a carcajadas, viejas pitucas jugando al póquer, gente en la calle chocándose entre sí, ¡algo terrorífico tenía que pasar!
Pero no. Terminé leyendo con mi hermana "Yo, Darwin" a la luz irregular de cilindros blancos de parafina.
* también puede encontrar velones con olor a lavanda, menta, torta frita, chorizo al pan, vainilla, pescado, coco, milanesas de pollo, flor de lis, café con leche, o el velón supergenial que está compuesto por todos los olores anteriores mezclados y fermentados diez días.