25 de abril de 2012

Terminal.

Pobrecita la muchacha que se desplomó sobre las baldosas de Tres Cruces. No sabe que un montón personas con mucho tiempo, se detienen a contemplarla sin brindarle ayuda. Podrían tirarle un vaso de agua, o pegarle un par de cachetazos, o que el príncipe que se escapó de  algún cuento, la despierte en un beso eterno que trascienda en hijos rubios y blanquitos. Cuando despierte va a sentir la adrenalina de ser el personaje principal de una escena que no recuerda. Ojalá que de niña haya querido ser actriz. 

20 de abril de 2012

Nunca.

Cuando lo tengo medio olvidado, me paro en puntas de pie en el primer acantilado que juzgo eficaz, y progresivamente siento el nerviosismo y el pánico que se unen para revolverme el estómago y nublarme la vista. Reservo los impulsos de saltar, y corro en dirección opuesta al vacío que está después del borde arenoso. Ni siquiera avanzo mucho, apenas unas cuadras. Basta con aguantar la respiración, haciendo que mis latidos comiencen a multiplicarse por mis piernas, para comprender que todavía sigo sintiendo esa cosa que me encanta no olvidarla.

16 de abril de 2012

Pero ahí están, esperándome.

Hace unas semanas que las vengo vichando cuidadosamente para que no se alteren. Son objetos nerviosos que sufren de estrés, y lo peor que uno puede hacer es ilusionarlas. Pero ahí están, esperándome. 
Me encanta desorganizarlas un ratito y volar algunas para una caja, y otras volcarlas en el cajón del placar. Eso sí, cuando las escucho llorar las junto de nuevo, porque además de ser insoportables, sé perfectamente que no funcionan sin su par. Lloran con la angustia de haber perdido su mitad. Como si hubiera hurtado su generador de vida, o algo así. Realmente triste. 
Pero del encuentro de cada año quería hablar, de eso y de las distintas personalidades que adquieren con el paso del tiempo. 
Hoy por ejemplo encontré tres tipos: las indignadas, las felices, y las enfermas. 
Con las indignadas el trato es más frívolo porque están todo el tiempo a la defensiva, me recriminan el daño y usan a las enfermas para hacerme sentir mal. A veces ni las escucho, porque a fin de cuentas, poseen las respuestas bien argumentadas para recordarme que tienen razón. 
Las felices son demasiado empalagosas, con sus ganas de vivir y recuperar las horas de encierro. Debe ser horrible la relación, sobre todo porque siempre tienden a convivir con las mismas que los funcionarios de las empresas, juzgaron adecuadas para empaquetar. Rosada y rosada. Amarilla y amarilla. Nunca vi a una feliz, feliz por estar con otra feliz de otra marca, o de otro diseño. Y eso me parece triste, que no entiendan el concepto. El par no debería estar compuesto por algo que sea físicamente igual a uno, sino por el bienestar que nos genera el acompañamiento de alguien. Seguro que cuando están solas ni se hablan. Pobres felices.
Ahora, las enfermas son las que tocan mi corazón. Las que tengo que deshacer. Las que ya no sirven para más. Tomarlas en mis manos y mirarlas, es verdaderamente destrozante. Porque no dicen nada. No me recriminan nada. Sólo me transportan a un montón de imágenes que tengo con ellas. No puedo decir ninguna palabra de despedida -aunque en el fondo sé que no las esperan-, sólo basta con tirarlas al tacho de la basura, para reemplazarlas de inmediato por unas nuevas y olvidarlas para siempre.
Creo que es el trabajo más difícil. Puedo apostar todos mis ahorros, que soportaría más lidiar con mis medias indignadas y felices, que deshacerme de las enfermas. 

5 de abril de 2012

I'm back.

¡Que a mi no me vengan con versos! ¿Qué ganan mintiendo de una forma tan descarada y vil? Muchos individuos sufren grandes traumas físicos y psicológicos. ¿Acaso no saben que las personas prefieren quitarse la vida después de pasar situaciones así? ¿Dónde quedaron los valores?


No era mi novio, ni mi amante, ni de esos amigos a los le mostras el cuerpo desnudo; era un tipo que conocí hace dos años, que ni siquiera sé el nombre. Supongo que se llamará Martín, porque cada vez que invoco al muchacho, mi cabeza lo apoda de esa forma.
A decir verdad, no recuerdo si era lindo, o interesante, o simpático. De lo que estoy segura, es de mi fugaz huida con él, y de su baño que nunca llegué a ver.
Entre besos y manoseadas desesperadas, mi boca se abría a medida que su mano bajaba contorneando mi cintura, hasta que cambiaba de dirección y se introducía íntegra en mi entrepiernas. 

Cogiendo así seríamos buenos amigos, pensé. Ni siquiera tenía fuerza para decírselo. Me dormí acaparando su almohada que se quedó conmigo gran parte de la noche, nunca le pregunté si quería que se la compartiera. 

De madrugada tenía un dolor terrible en mi estómago, con calambres y momentos donde me sacudía una fuerte puntada que me hacía transpirar. Era como el dolor de ovarios, salvo que esta vez, tenía la necesidad y las ganas de cagar, no se trataba sólo de síndromes menstruales.  
¿Cómo se hace para cagar en la casa de un extraño? ¿Cómo mierda le decís "che, voy hasta el baño, prendé la radio porque me da vergüenza que me escuches."? Seguramente si el tipo se hubiera ido con cualquier minita caracagada de la fiesta, no le pasaba esto. Porque esas minas no cagan. Y menos de la forma descomunal que yo necesito cagar.
Soy una pajera, siempre me pasa lo mismo, cuando uno no coge, no tiene que pasar por estas cosas. ¿Será una señal? Bueno, necesariamente no "siempre me pasa lo mismo", pero no entiendo por qué estoy tan nerviosa. Tendría que levantarme despacito y salir corriendo al baño. Pero mirá si se despierta, no me ve y me va a buscar. Seguramente lo primero que haga es ir hasta el baño, y ahí voy a estar yo sentadita con cara de satisfacción. No debe ser excitante mi cara de satisfacción después de cagar.
No me va a echar de su casa, ¿en qué cabeza cabe dejar a una chiquilina irse sola a las cuatro y media de la mañana? Pero no me va a querer ver más. Y le va a contar a sus amigos. Entonces cuando yo me los cruce, me van a saludar cordialmente hasta que esté unos metros alejada y larguen la carcajada. Seguramente el rumor se expanda varios kilómetros y llegue a oídos de conocidos que no tengan tanta vergüenza de reírse de mi. Me van a atormentar varias décadas. Tengo que hacerme nuevos amigos.
No sé que le vi a este tipo. Encima ronca. Tiene medio cuerpo sobre mi lado izquierdo, apenas puedo mover la mano. Yo necesito mi espacio personal. Ni siquiera somos novios, podría ser más considerado.
Ahora el dolor se acentúa sobre mi lado derecho, ¿no será la vesícula? ¡Encima me estoy muriendo! Si no lo agarro a tiempo es capaz que reventar. Nunca me he operado, le tengo miedo a las agujas, creo que nací para no tener que pasar por estas cosas. Siento que el karma me está devolviendo muchas de mis guachadas.
Ya está, me levanto y voy al baño. Cagar es una necesidad que no se le debería prohibir a nadie, ni directa e indirectamente. Yo no le diría nada si el tiene ganas de cagar. Además está el tema de que me estoy muriendo. Necesito saber si es sólo un dolor de panza.
Nunca más me voy con un tipo que no conozco. Ni siquiera sé que le vi. Lo odio. Te odio, cuerpo que está sobre mi lado izquierdo tan pacífico y angelical. Te odio.