No recuerdo cuándo, pero en algún momento de mi vida me vi muy enojada con alguien*, entonces me recomendaron matar a ese sujeto en un cuento, de forma sencilla y sutil, con ingredientes que sirvan para formar una masa no identificable que, obligatoriamente, tenga que entrelazarse con hilos conductores que afirmen lo verídico del dolor.
Podría hacer con esa persona lo que yo quisiera, el destino lo manejaría a mi antojo. Su vida dependería de mi voluntad, de mi piedad, de mi comprensión, o inclemencia.
Nunca pude asesinar mis desdichas en un cuento, porque no soy sutil, y porque el noventa y nueve por ciento de las veces, me termino por arrepentir de lo que digo. Cuando uno está totalmente desmesurado, debería pegarse los labios con La Gotita, y comprometerse en omitir palabras hasta encontrar nuevamente sus niveles normales de conducta.
Como hoy es una fecha especial, y muchos individuos adoptan el CoMbO AgOsTo: la Declaratoria de la Independencia + la noche de la nostalgia -que abre las puertas a telos de medio pelo que están muertos el resto del año-, quiero testimoniar frente a todos los sinplanesparaestanochetanemotiva, que he venido decidida a no sólo ejecutar una persona, sino a todos los pedazos de calentura que me he agarrado en estos diecinueve años.
Dudo de cómo se hace, si debería empezar con varias historias paralelas, o simplificarlos a todos en un solo personaje, pero, ¿cuál tendría la suerte de poseer de manera sutil, todas las características de los impuros que de alguna forma me jodieron la existencia?
Y luego de realizada la propuesta, ¿debería crear alguna estrategia para que esas personas lean mi cuento y se sientan un poquitito identificadas, gracias a los hilos conductores que he puesto sutilmente en la historia ficticia? ¿Saborear la venganza me ayudará a canalizar felizmente el desconsuelo que alguna vez tuve? ¿Tendría que dejar algún mensaje humanitario haciendo énfasis en que, después de todo, los perdono porque sé que soy un amor? Sincerándome conmigo misma, tampoco es que me cortaran una pierna y me la escondieran lejos, ni siquiera se trata de alguna maldad telenovélica donde me roban mi prestigio social y económico, o la dignidad.
Ahora que pienso, si escribiera un cuento para fusilar a estas penas, seguro que todas esas personas se encontrarían en los selectos excrementos de un conejo albino que, con suerte, otro bicho inocente se comería esas bolitas de un centímetro de diámetro, haciéndolas desaparecer y renacer en otras mierdas.
Porque si vamos al caso, no hicieron más que mancharme apenitas la manga de alguna remera, y generalmente acostumbro a llevar pañuelos descartables.
*seguro fue un lunes, o martes, o miércoles, o jueves, o viernes. No, viernes no.
Podría hacer con esa persona lo que yo quisiera, el destino lo manejaría a mi antojo. Su vida dependería de mi voluntad, de mi piedad, de mi comprensión, o inclemencia.
Nunca pude asesinar mis desdichas en un cuento, porque no soy sutil, y porque el noventa y nueve por ciento de las veces, me termino por arrepentir de lo que digo. Cuando uno está totalmente desmesurado, debería pegarse los labios con La Gotita, y comprometerse en omitir palabras hasta encontrar nuevamente sus niveles normales de conducta.
Como hoy es una fecha especial, y muchos individuos adoptan el CoMbO AgOsTo: la Declaratoria de la Independencia + la noche de la nostalgia -que abre las puertas a telos de medio pelo que están muertos el resto del año-, quiero testimoniar frente a todos los sinplanesparaestanochetanemotiva, que he venido decidida a no sólo ejecutar una persona, sino a todos los pedazos de calentura que me he agarrado en estos diecinueve años.
Dudo de cómo se hace, si debería empezar con varias historias paralelas, o simplificarlos a todos en un solo personaje, pero, ¿cuál tendría la suerte de poseer de manera sutil, todas las características de los impuros que de alguna forma me jodieron la existencia?
Y luego de realizada la propuesta, ¿debería crear alguna estrategia para que esas personas lean mi cuento y se sientan un poquitito identificadas, gracias a los hilos conductores que he puesto sutilmente en la historia ficticia? ¿Saborear la venganza me ayudará a canalizar felizmente el desconsuelo que alguna vez tuve? ¿Tendría que dejar algún mensaje humanitario haciendo énfasis en que, después de todo, los perdono porque sé que soy un amor? Sincerándome conmigo misma, tampoco es que me cortaran una pierna y me la escondieran lejos, ni siquiera se trata de alguna maldad telenovélica donde me roban mi prestigio social y económico, o la dignidad.
Ahora que pienso, si escribiera un cuento para fusilar a estas penas, seguro que todas esas personas se encontrarían en los selectos excrementos de un conejo albino que, con suerte, otro bicho inocente se comería esas bolitas de un centímetro de diámetro, haciéndolas desaparecer y renacer en otras mierdas.
Porque si vamos al caso, no hicieron más que mancharme apenitas la manga de alguna remera, y generalmente acostumbro a llevar pañuelos descartables.
*seguro fue un lunes, o martes, o miércoles, o jueves, o viernes. No, viernes no.