Lo feo del sol invernal es que dura poco. Con mi amiga estábamos sentaditas en un banco de la plaza del Entrevero, charlando de los horribles carteles que dicen "Prohibido pisar el césped", como si una plaza tuviera algo más maravilloso que sentarse en el pasto. Arrancamos decididas por 18 en busca de una parada, el viento me despeinaba y dos por tres acotábamos algo como "ah, está fresquito sí". Bien, la gente caminaba mirando para abajo, pechando a los que venían en dirección contraria, omitiendo disculpas, cargando bolsas con juguetes, todo marchaba exactamente como uno ve a Montevideo en sus primeras experiencias.
De repente nos para un flaco acompañado de dos japoneses. Nos habló tan rápido sobre algo de nutrición y el bienestar y que esto demoraba solo dos minutos que, cuando quisimos acordar, nos dirigíamos a un hotel que todavía desconocemos el nombre. Ya instaladas en un ascensor, descubrimos que en realidad no eran japoneses sino brasileros de padre japonés, macanudos los tipos.
Luego de breves presentaciones cordiales, Croquetita, los brasileros, el que nos habló que se llamaba Santiago, una vieja que también fue víctima del palabrerío entreverado, y yo, caminamos hacia un salón donde nos esperaba un morocho simpaticón con una sonrisas de oreja a oreja. Y ahí me terminé por asustar. Me reía de nerviosa y miraba de reojo a mi queridísima amiga que entendía menos que yo.
Resumiendo varias charlas poco interesantes, el brasilero que nos recibió en la pieza decorada con guirnaldas, nos preguntó:
- Ustedes en Montivideo, ¿cuánto les sale comei un almuerzo nutrichivo?
- Fah, yo que sé, dije.
- No sé, ciento cincuenta pesos -acotó Croquetita mirándolo con cara de que ya conocía la respuesta- Más o menos esas plata.
- Bom, ustedes, con seis pesos pueden tener una alimentación nutrichiva con nuestros productos. Le vamos a traer para que prueben el primer vaso. Es una bebida muy gostosa que ayuda cuando uno se siente con poca energía. ¿La prefieren caliente o fría?
- Fría. -Respondimos ambas.
Y no estaba tan mal la primera poción. Tenía un leve gusto cítrico, aunque en primera instancia parecía pichí, o cerveza.
- ¿Y, qué les pareció?
- Bien. Medio grande el vaso.
- Van a ver que después se van a sentir mejor.
- Sí, a mi me pasaba que me ponía a estudiar y de repente me empezaba a doler la cabeza. Estudiaba diez minutos y no podía seguir. Me costaba mucho concentrarme. Después que empecé con estos productos es otra cosa. -Santiago daba sus testimonios iguales a las gordas que aparecen en publicidades de productos adelgazantes.
Ok, corrió el segundo vaso. Era exactamente igual al primero, salvo que este líquido mágico era desoxidante. Tomándolo te curabas de tres años de oxidación. ¡Tres años, señores!
Pero nuestra suerte no cesó con las dos primeras bebidas milagrosas, sino que se nos acercó el tercer y último vaso recargado de proteínas.
- Gurías, ustedes van a probar un batido delicioso. Es muy...¿cómo se dice? Ehmm, riquísimo. Pueden elegir entre shocolate, frutilla y vainilla.
- Vos que sos el que lo tomás, ¿cuál preferís?- Le pregunté a Santiago.
- Son todos ricos, pero yo prefiero el de frutilla.
- Bueno, para mi que sea de frutilla entonces.
- Y para mi- acotó Croquetita.
Era la cosa más asquerosa del mundo. No sólo porque no tenía ni puto parecido con la frutilla, sino que sabía a remedio, a cosas feas que toma la gente para tener más músculos.
Había pasado más de una hora del primer encuentro, y mi verdadera frustración empezó cuando veía que el vaso de Croqueta bajaba, y que el mío no llegaba ni a la cuarta parte. ¿Y qué fue lo peor? Los dos zánganos manipuladores que nos daban cosas para drogarnos (sí, lo llegamos a comentar), me miraban continuamente. No podía ni poner cara de asco.
Asumiendo mi rendición, decidí confesarles que no iba a terminarlo ni a palo. Me quería ir. Eran las siete de la tarde. Estaba tomando algo que me daba ganas de vomitar, tenía la necesidad de mear, de estar en un lugar donde no tuviera que forzar mi concentración para entender lo que decía alguien. De repente empecé a pensar que aquellas personas del salón que hablaban y se reían con fuerza, estaban detrás de algún plan maligno que consistía en secuestrar gente pelotuda que accedía a este tipo de cosas.
Pero la mejor parte no terminó cuando decidimos retornar a la seguridad del exterior del edificio, no, claro que no.
Brasilero con cara de puto:
- ¿Ustedes precisan cambio de cien?
Croqueta:
- ¿Eh?
Yo:
- ¿Qué?
Croqueta:
- Pregunta si precisamos cambio de cien. Son doscientos pesos.
Imaginen las infinitas emociones que me recorrieron el cuerpo mientras ponía cara de "Ah, qué fantástico todo esto, por suerte cago plata para hacer este tipo de boludeces. Me encanta ser multimillonaria para estas cosas."
Imaginen las ganas de apretarme los pezones por ser una enorme pelotuda.
Imaginen la censura de pegarles un punta pie en las pelotas a cada uno, mientras decíamos "bueno, un gusto bo, nos vemos."
Imaginen nuestra cara de signo de interrogación que llevábamos cuando por fin pudimos subirnos al ómnibus de la salvación.
Y por último, imaginen las risas de cuando pudimos recapacitar del todo.
Estas cosas me pasan exclusivamente con Croquetita.
No hay con qué darle, tengo la mejor amiga del mundo.
Cuando algún extranjero venga a hablarles sobre el precio de algún producto, ruéguenle que se los anote en un papel.
De repente nos para un flaco acompañado de dos japoneses. Nos habló tan rápido sobre algo de nutrición y el bienestar y que esto demoraba solo dos minutos que, cuando quisimos acordar, nos dirigíamos a un hotel que todavía desconocemos el nombre. Ya instaladas en un ascensor, descubrimos que en realidad no eran japoneses sino brasileros de padre japonés, macanudos los tipos.
Luego de breves presentaciones cordiales, Croquetita, los brasileros, el que nos habló que se llamaba Santiago, una vieja que también fue víctima del palabrerío entreverado, y yo, caminamos hacia un salón donde nos esperaba un morocho simpaticón con una sonrisas de oreja a oreja. Y ahí me terminé por asustar. Me reía de nerviosa y miraba de reojo a mi queridísima amiga que entendía menos que yo.
Resumiendo varias charlas poco interesantes, el brasilero que nos recibió en la pieza decorada con guirnaldas, nos preguntó:
- Ustedes en Montivideo, ¿cuánto les sale comei un almuerzo nutrichivo?
- Fah, yo que sé, dije.
- No sé, ciento cincuenta pesos -acotó Croquetita mirándolo con cara de que ya conocía la respuesta- Más o menos esas plata.
- Bom, ustedes, con seis pesos pueden tener una alimentación nutrichiva con nuestros productos. Le vamos a traer para que prueben el primer vaso. Es una bebida muy gostosa que ayuda cuando uno se siente con poca energía. ¿La prefieren caliente o fría?
- Fría. -Respondimos ambas.
Y no estaba tan mal la primera poción. Tenía un leve gusto cítrico, aunque en primera instancia parecía pichí, o cerveza.
- ¿Y, qué les pareció?
- Bien. Medio grande el vaso.
- Van a ver que después se van a sentir mejor.
- Sí, a mi me pasaba que me ponía a estudiar y de repente me empezaba a doler la cabeza. Estudiaba diez minutos y no podía seguir. Me costaba mucho concentrarme. Después que empecé con estos productos es otra cosa. -Santiago daba sus testimonios iguales a las gordas que aparecen en publicidades de productos adelgazantes.
Ok, corrió el segundo vaso. Era exactamente igual al primero, salvo que este líquido mágico era desoxidante. Tomándolo te curabas de tres años de oxidación. ¡Tres años, señores!
Pero nuestra suerte no cesó con las dos primeras bebidas milagrosas, sino que se nos acercó el tercer y último vaso recargado de proteínas.
- Gurías, ustedes van a probar un batido delicioso. Es muy...¿cómo se dice? Ehmm, riquísimo. Pueden elegir entre shocolate, frutilla y vainilla.
- Vos que sos el que lo tomás, ¿cuál preferís?- Le pregunté a Santiago.
- Son todos ricos, pero yo prefiero el de frutilla.
- Bueno, para mi que sea de frutilla entonces.
- Y para mi- acotó Croquetita.
Era la cosa más asquerosa del mundo. No sólo porque no tenía ni puto parecido con la frutilla, sino que sabía a remedio, a cosas feas que toma la gente para tener más músculos.
Había pasado más de una hora del primer encuentro, y mi verdadera frustración empezó cuando veía que el vaso de Croqueta bajaba, y que el mío no llegaba ni a la cuarta parte. ¿Y qué fue lo peor? Los dos zánganos manipuladores que nos daban cosas para drogarnos (sí, lo llegamos a comentar), me miraban continuamente. No podía ni poner cara de asco.
Asumiendo mi rendición, decidí confesarles que no iba a terminarlo ni a palo. Me quería ir. Eran las siete de la tarde. Estaba tomando algo que me daba ganas de vomitar, tenía la necesidad de mear, de estar en un lugar donde no tuviera que forzar mi concentración para entender lo que decía alguien. De repente empecé a pensar que aquellas personas del salón que hablaban y se reían con fuerza, estaban detrás de algún plan maligno que consistía en secuestrar gente pelotuda que accedía a este tipo de cosas.
Pero la mejor parte no terminó cuando decidimos retornar a la seguridad del exterior del edificio, no, claro que no.
Brasilero con cara de puto:
- ¿Ustedes precisan cambio de cien?
Croqueta:
- ¿Eh?
Yo:
- ¿Qué?
Croqueta:
- Pregunta si precisamos cambio de cien. Son doscientos pesos.
Imaginen las infinitas emociones que me recorrieron el cuerpo mientras ponía cara de "Ah, qué fantástico todo esto, por suerte cago plata para hacer este tipo de boludeces. Me encanta ser multimillonaria para estas cosas."
Imaginen las ganas de apretarme los pezones por ser una enorme pelotuda.
Imaginen la censura de pegarles un punta pie en las pelotas a cada uno, mientras decíamos "bueno, un gusto bo, nos vemos."
Imaginen nuestra cara de signo de interrogación que llevábamos cuando por fin pudimos subirnos al ómnibus de la salvación.
Y por último, imaginen las risas de cuando pudimos recapacitar del todo.
Estas cosas me pasan exclusivamente con Croquetita.
No hay con qué darle, tengo la mejor amiga del mundo.
Cuando algún extranjero venga a hablarles sobre el precio de algún producto, ruéguenle que se los anote en un papel.
Ese tipo de cosas solo pueden pasarte en Montevideo.
ResponderEliminarCualquier cosa podes encontrarte.
¡Dónde se vió que no se pueda pisar el cesped en una plaza?
Saludos
¿Dónde se vio que se escriba césped en vez de pasto? ¿Dónde se vio?
Eliminarno entiendo. fuiste a un hotel a que te cobraran por una promoción?
ResponderEliminaro te los vendían como losp erfumes truchos?
Satamenchi. Fui a un hotel a que me cobraran por una promoción.
EliminarAceptaste algo de extraños???? Vos estás loca chiqui? Qué te decía tu mamá??
ResponderEliminarAcepté cosas de japonesesbrasileros.
EliminarMi mamá no sabe nada.
Esa de arriba, es Pajaro Susuki
ResponderEliminarPajarito en su otro mundo blogger.
Eliminarnuu Valee, tenías que esperar al tercer vaso para decir NO, gracias? jaa que tenía ese vaso Creatina? fijate si no sacaste terribles tubos
ResponderEliminarBesooooooo nenaaa!! Cuidate
Pasa que tenía una corazonada que nos iban a cobrar cien mangos por las tres pociones. Si era algo muy malo, íbamos a morir en el primer vaso.
EliminarMartincito, ¡temandounbeso!
Parece una película inglesa, u holandesa de bajo presupuesto.
ResponderEliminarNo puedo creer que se hayan dejado llevar por un chamuyo barato de vendedor, podrías decirme dónde encontrarlas a uds y en qué horarios y les vendo no se, fertilizante para cactus, guantes para gatos.
"bueno, un gusto bo, nos vemos." Tengo entendido que es vo, no bo.
Saludo.
Yo te puedo asegurar que no es vo, porque no sale de "vos". ES bo, porque deriva de "botija". Además en un montón de libros uruguayos está el "bo" en algún diálogo.
EliminarPero con licencia poética lo podés escribir hasta con h, si querés.
Y a nosotras nos podrás encontrar entrando a más cosas de esas. Vos andá a los lugares adonde llaman a gente pelotuda, y seguro estemos ahí.
Para mi también es BO
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQue grandes los brasileros, hacen publicidad para ganar plata, y te la cobran. O mais grande (e nutrichivo) do mundo, no hay vuelta.
ResponderEliminarTambién te digo, eso de confiar en asiáticos que se les aparecen en el centro... Tuvieron suerte de no terminar en un buque pesquero coreano jaja
Saludos!
Recibimos un montón de puteadas por confiar en la gente.
EliminarPero aunque fui estafada sin querer, todos tenían pinta de macanudos.
Genial, amiguita.
ResponderEliminarPensar que pagamos para que nos torturen y nos tengan secuestradas una hora y pico, escuchando a una vieja hablar de lo abiertos que fueron los uruguayos cuando recibieron inmigrantes.
Bueno, por lo menos el día que nos pase algo grave sabemos que vamos a estar juntas.
Pero qué feliz se fue la vieja.
Eliminar¿Cómo estará su vida ahora?
¡Y pensar que la aplaudimos por ser socia del club!
Jajajajaja, pienso en los seis pesos y me pongo a llorar.
A nosotras no nos va a pasar nada grave porque somos buenas.
Le recomiendo que no repita la experiencia, porque va a terminar ejerciendo el meretricio en Turquía para la mafia rusa.
ResponderEliminarJajajaja, confío que no se repetirá, Peteco.
EliminarOjalá que podamos decir "NO", y seguir por el camino de la seguridad.
jajajajajajajajaja genial! Dentro de todo te reíste!
ResponderEliminarEsas experiencias que una tiene que tener, de esos tipos traumados que te ofrecen:
1- Opciones saludables para comer
2- Libros de religiones varias
3- Folletos de Yoga
A mi me tocó una vuelta, CON TRECE AÑOS, toparme a un enfermo del tipo 3. Todo bien, me copan algunas cosas de la yoga, pero el loco que me vino a ofrecer esos libritos era un imbécil.
Me empezo a blablabla cerca de la intendencia, me acuerdo. Hasta que terminé sentada en unos de esos banquitos del costado, con olor a meo, y el loco al lado.
Su pregunta: "Queres practicar un simple ejercicio ahora?" MIRÁ, mirá, menos mal que en ese momento hacía handball y me dieron las patitas para correr rápido...
Ah, ¡el saludo al sol, bo!
Eliminar¿Quién no quiere pasar por un saludoalsol al aire libre?
Vos sos una amarga te digo.
una vez con mi mejor amiga, nos convencieron en segundos de entrar en un hotel en la ciudad vieja para hacernos una encuesta sobre refrescos de pomelo, estaban haciendo un estudio para sacar una marca nueva.
ResponderEliminarNos tuvieron un rato contestando cosas,poniendo puntajes de 1 a 5 a cosas como efervescencia, color, olor ,sabor, pelotudeces así. Nos hicieron probar varios pomelos diferentes y decir qué nos parecían.
Por suerte no nos cobraron nada, y nos regalaron unos vales para mc combos.
Unos tanto, y otros tan poco...
EliminarEs horrible el convencimiento rápido.
Toda mi vida me atormentó.
La puta madre, me encanta. Quiero ir a la plaza del entrevero con vos ahora. Yo nunca me encontré a esos, yo siempre me cruzo con la señora asiática que también anda por la vuelta y te habla de dios y te regala folletitos y papeles.
ResponderEliminarUn día repetimos la escena. Pero pagas vos, conejito.
EliminarJuana, me tomo la licencia de ofrecerte los semáforos de 18 y Ándes. Por 200 pei podés controlar el tráfico y decidir quien pasa y quién no!
ResponderEliminarNo te ofrezco los peajes de la Ruta 1 porque los vendí cómo pan caliente, pero si querés te aviso que en unos días me entra la promo de bancos de rambla que están de rechupete!
:P
Y ya que está te vendo algún PISO® que si lo encargás en los próximos 3 días te viene con Gravedad™!!!
Eliminar+info: http://detaquito-z.blogspot.com/2012/05/soluciones-detaquito.html
mi muñeca certifica que no vienen con garantía contra mal uso.
Eliminarleé bien la letra chiquita, vale!
Ehh, bo, pibe, lo de los semáforos me interesa, eh.
Eliminar¿Por mail arreglamos todo?
Usted, señor f, no sea tan atrevido y hágame el favor de no difamar cosas mala de Detaquito.
La gente ya no respeta a las personas con lentes.
Será posible, che.
Croquetita me suena a Arenita (si, la de Bob Esponja).
ResponderEliminarChe, taban buenos por lo menos?
Más o menos. Pero no valían 200 pesos, seguro.
EliminarCroquetita me suena a mujer que le gusta comer croquetas de bananas.
Croquetas de banana? Nunca comí ni escuché hablar de eso jaja
EliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarjajajaja, muy divertido. Esto posta pasó??
ResponderEliminarSí, me han ocurrido coas bizarras a mí también.
Dignas de peli. Es un sketch, es comedia, viste...
Menos mal que se subieron al ómnibus de la salvación.
ómnibus GLORIA!
Huuuuy no!! como se jugaron con tu amiga! jaja! se ve que los brazilians no saben mucho de paranoia al parecer... la verdad que tienen un metodo de venta algo "tenebroso"
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