8 de noviembre de 2011

Un, dos, tres.

Sentía que algo chiquitito me caminaba por el hombro. Me daba miedo mirar, porque los bichos que caminan por los hombros no son buenos.
De cuerpo inmóvil moví la cabeza despacito y me encontré con un precioso guitarrero que el sol lo hacía brillar.
Dejé que agarrara por la ruta que quisiera, y bajó hasta la mitad de mi pecho. Ahí se detuvo como cinco minutos. Puse el dedo para que se subiera, pero no hubo caso. Dio media vuelta y volvió a escalar mi cuerpo. Volvió a mi hombro. Y se voló.









No sé, me salió del corazón (?) 
Lo escribí hace unos días. 
¡Hola! Volví por un ratito.

7 comentarios:

  1. Lo leí en tu fb porque soy re vip (?)
    Igual, ponele que a mí me camina algo en el hombro y es como el apocalisi'(?)

    ResponderEliminar
  2. hola gurisa. que bueno verte.
    y menos mal que voló, mirá si te hablaba...

    un abrazo,
    se te extraña...
    (a ver si me aceptás el café un día de estos)
    f

    ResponderEliminar
  3. Cómo que por un ratito voliste nomás? Volvé, no por un ratito! Gilota.

    Bueno, pero entonces, esto pasó o no?
    Acordate que yo estoy esperando historias tuyas en el mail.

    ResponderEliminar
  4. Todo bicho que camina va parar al asador!
    jaja;)
    posteá más seguido Vale, Juana- vos me estás jodiendo?
    beso

    ResponderEliminar
  5. Lindo relato...


    ...todo bicho que camine por el cuerpo es un asco...

    ResponderEliminar
  6. No me la veia venir a la del guitarrero.
    Me imaginé una hormiga, o una vaquita de San Antoño.
    En fin, me encantó.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  7. Yo adoro que los San Antonios se posen sobre mí, no tengo idea de si dan buena suerte o no, pero siempre trato de que no se vuelen rápidamente. Casi me lo hiciste sentir.

    :)

    ResponderEliminar

Agítese antes de comentar.