14 de enero de 2013

El día del amigo son todos los días.

-Pará, abombado, pará. Me duele mucho.
-Callate y levantame la pierna que me queda mejor.- dijo sin mirarme a los ojos.
Aguanté la respiración porque me quería morir, nunca me había sentido tan impotente.

-Te pido que no agarres el pie con esa fuerza. 
-Y yo te pido que te calles la boca, pelotuda. ¿Tenés que ser tan impertinente? 
Dejé que mi cuerpo cayera sobre el respaldo del sillón. Si seguía en esa posición terminaría por quebrantar mi espalda.

-Hacé un poco más de fuerza vos también. Ayudame. Te quedas ahí, quietita, con los ojos duros.
-Pero me duele, imbécil. Quiero que me dejes quieta.- estallé en un chillido gangoso y suplicante.
Estaba muy enojada para pensar que él era mi amigo, mi amigo de verdad, de los que me cuidaban con el amor de un padre, o hermano. Pero verlo así, tan violento por tan poco, se me retorcía el estómago de rabia. 

-En serio, ya está, no aguanto. ¡Sacame las manos de arriba! 
-Pero ya casi termino, dos minutos, dale. No seas tan bobita.- sonrió mostrando los dientes. Ya había empezado a transpirar. 

Su última palabra me generó asco. Sentí que estaba abusando de mi, más allá de que la idea de hacerlo siempre fue mía. Como era tan fuerte, y grande, creí que sería diferente. 
Mientras su mano se apoyaba en mi pierna, le veía la piel blanquita como la nieve, sus brazos largos y pálidos, apenas si tenían pelos. Qué lindo, nunca me gustaron las personas peludas. Él no haría nada para lastimarme, esas muñecas no podrían hacerle daño a nadie. 
Cuarenta y cinco minutos desde que le plantee la idea, cuarenta y cinco minutos sin parar. Necesitaba oxigenarme para seguir con mis quejas. Cuando me leyó la cara, aflojó, con aire de "nena, no te bancas nada", y soltó en la habitación vacía un suspiro de rendición.

-No puedo, vas a tener que buscar otra ayuda. Con tus gritos, y la poca voluntad que le ponés, no hay tipo con fuerza que te banque la cabeza. Igual, sólo a vos te pasan estas cosas, porque sos una pajera, ¿o no sabías que el patín del orto que te pusiste, era dos talles más chicos que tu pie?- dijo mientras se sentaba al lado mío.

Puse cara de pícara para ablandarle las palabras. 

-Ojalá que te corten la pata.- sonrió.

13 comentarios:

  1. Si digo que leyendo las primeras líneas veía por dónde venía la mano, es pudrirla,¿no?. Lo vi venir desde la esquina maso u.u

    Saludo.

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    Respuestas
    1. Igual fue con altura, sin caer en bajezas, como nos tenes acostumbrados(?).

      Otro saludo.

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    2. Vos siempre me sacás la ficha, botija. Así no se vale.

      Saluditos para tí. Cortamambo.

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  2. Vengo a dejar una postal, tal como me reclamaron.

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  3. ¡Muy bueno! Que nunca falten los amigos y los patines.

    Saludos!

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  4. espectacular me malpense un poquito, pero al final me dejaste boquiabierta! :)

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  5. Barbaro, jaja, no me esperaba ese final y mucho menos con un patin. Saludos.

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